¡Es el Señor!
Esta confesión de fe de la mañana de resurrección junto al mar de Galilea es la única exclamación posible en este momento.
ES EL SEÑOR
Y quiero que todos os unáis, desde lo íntimo de vuestro corazón a esta confesión de fe.
Por qué decir “Es el Señor”, es la mayor y única acción de gracias posible. Porque todo lo demás se quedaría corto y sin sentido. No hay más protagonistas, hoy ya no hay nombres propios. Hoy sólo resuena en este nuevo templo bendecido y ante este altar dedicado el reconocer que en Él, el Señor, todos somos unos.
Querido D. Carlos, usted ha sido esta tarde mediación de Dios para esta comunidad parroquial de San Antonio de las Cárcavas. Y usted ha sido testigo del milagro del amor de Dios que aquí hemos vivido. Es un milagro prolongado, es una providencia de Dios permanente en nuestra historia. La historia de esta parroquia, desde su primera evangelización hasta el día de hoy, es, para el que tenga la mirada de la fe, un canto al amor de Dios. Cada rincón de este templo está lleno de regalos de Dios. O más bien, y junto a ello, cada uno de los que estamos aquí guarda en su corazón una historia de amor de Dios.
Por ello, D. Carlos, solo tengo que decirle una cosa, y en usted, elevarla al Señor. AQUÍ NOS TIENE, AQUÍ ESTAMOS.
Esta comunidad parroquial de San Antonio de las Cárcavas y hoy también, abierta a Valdebebas, decimos ¡Aquí estamos dispuesto para la misión de dar a conocer a Jesucristo a todos los hombres y mujeres de nuestro barrio! aquí estamos para ser testigos de la alegría del evangelio.
Esta parroquia es consciente de haber recibido una gran misión y por ello en este año hemos realizado la hermosísima tarea de unirnos todos, los de antes y los de ahora, los niños y los más mayores, aunando criterios y sensibilidades sabiendo que para la misión, no hay diferencias, todos nos necesitamos. Y por eso hemos aunado la comunidad en torno a la expresión Juntos somos más.
Y ahora, nos sentimos preparados, aunque aún está casi todo por hacer. Nos sentimos preparados porque hemos aprendido a confiar no es nuestra fuerzas, sino en las del señor, que nos ha guiado.
Hemos pasado, -con el signo externo de pasar de un a pequeña capilla, a una hermosa parroquia- hemos pasado de ser una comunidad pequeña a una parroquia en misión, en las periferias de Madrid, las periferias de tantos que no conocen aun lo que Dios les ama. Y nosotros se lo queremos anunciar. Anunciar con alegría.
Aquí está esta parroquia D. Carlos, conscientes del reto que tiene por delante. Hoy, queridos amigos, ante nuestro obispo os convoco a esta misión. Os necesito a todos. Y os necesito sencillos, sin vanaglorias, servidores. Porque el que quiera se grande que sea vuestro servidor, como nos enseñó el Maestro.
Ante este Cristo que nos va a hablar continuamente del amor de Dios por nosotros, ante ti, Altar santo consagrado hoy, y muy especialmente ante esta imagen de la Virgen María a la que hoy damos el nombre de Virgen de la Condescendencia, porque por ella nos llega Dios hecho niño y porque por medio de ella nos podemos acercar al Señor.
A ti María, Virgen de la Condescendencia, esta tarde te decimos, como tú dijiste un día: “Hágase en mí”, hágase en nosotros, hágase en esta parroquia de san Antonio de las Cárcavas y Valdebebas.
Y para manifestar que tenemos un futuro que hoy ponemos en tus manos, los niños de la parroquia, te ofrecen su amor y son ellos los que hacen la primera ofrenda de flores ante tu imagen, Virgen de la Condescendencia."
Esta confesión de fe de la mañana de resurrección junto al mar de Galilea es la única exclamación posible en este momento.
ES EL SEÑOR
Y quiero que todos os unáis, desde lo íntimo de vuestro corazón a esta confesión de fe.
Por qué decir “Es el Señor”, es la mayor y única acción de gracias posible. Porque todo lo demás se quedaría corto y sin sentido. No hay más protagonistas, hoy ya no hay nombres propios. Hoy sólo resuena en este nuevo templo bendecido y ante este altar dedicado el reconocer que en Él, el Señor, todos somos unos.
Querido D. Carlos, usted ha sido esta tarde mediación de Dios para esta comunidad parroquial de San Antonio de las Cárcavas. Y usted ha sido testigo del milagro del amor de Dios que aquí hemos vivido. Es un milagro prolongado, es una providencia de Dios permanente en nuestra historia. La historia de esta parroquia, desde su primera evangelización hasta el día de hoy, es, para el que tenga la mirada de la fe, un canto al amor de Dios. Cada rincón de este templo está lleno de regalos de Dios. O más bien, y junto a ello, cada uno de los que estamos aquí guarda en su corazón una historia de amor de Dios.
Por ello, D. Carlos, solo tengo que decirle una cosa, y en usted, elevarla al Señor. AQUÍ NOS TIENE, AQUÍ ESTAMOS.
Esta comunidad parroquial de San Antonio de las Cárcavas y hoy también, abierta a Valdebebas, decimos ¡Aquí estamos dispuesto para la misión de dar a conocer a Jesucristo a todos los hombres y mujeres de nuestro barrio! aquí estamos para ser testigos de la alegría del evangelio.
Esta parroquia es consciente de haber recibido una gran misión y por ello en este año hemos realizado la hermosísima tarea de unirnos todos, los de antes y los de ahora, los niños y los más mayores, aunando criterios y sensibilidades sabiendo que para la misión, no hay diferencias, todos nos necesitamos. Y por eso hemos aunado la comunidad en torno a la expresión Juntos somos más.
Y ahora, nos sentimos preparados, aunque aún está casi todo por hacer. Nos sentimos preparados porque hemos aprendido a confiar no es nuestra fuerzas, sino en las del señor, que nos ha guiado.
Hemos pasado, -con el signo externo de pasar de un a pequeña capilla, a una hermosa parroquia- hemos pasado de ser una comunidad pequeña a una parroquia en misión, en las periferias de Madrid, las periferias de tantos que no conocen aun lo que Dios les ama. Y nosotros se lo queremos anunciar. Anunciar con alegría.
Aquí está esta parroquia D. Carlos, conscientes del reto que tiene por delante. Hoy, queridos amigos, ante nuestro obispo os convoco a esta misión. Os necesito a todos. Y os necesito sencillos, sin vanaglorias, servidores. Porque el que quiera se grande que sea vuestro servidor, como nos enseñó el Maestro.
Ante este Cristo que nos va a hablar continuamente del amor de Dios por nosotros, ante ti, Altar santo consagrado hoy, y muy especialmente ante esta imagen de la Virgen María a la que hoy damos el nombre de Virgen de la Condescendencia, porque por ella nos llega Dios hecho niño y porque por medio de ella nos podemos acercar al Señor.
A ti María, Virgen de la Condescendencia, esta tarde te decimos, como tú dijiste un día: “Hágase en mí”, hágase en nosotros, hágase en esta parroquia de san Antonio de las Cárcavas y Valdebebas.
Y para manifestar que tenemos un futuro que hoy ponemos en tus manos, los niños de la parroquia, te ofrecen su amor y son ellos los que hacen la primera ofrenda de flores ante tu imagen, Virgen de la Condescendencia."